Esofagoscopia

La esofagoscopia es un procedimiento de diagnóstico utilizado para detectar anomalías físicas en el esófago, la estructura de la garganta que lleva el alimento al estómago.

Un especialista realiza el procedimiento insertando un tubo ligero llamado esofagoscopio en la garganta que produce imágenes agrandadas de la mucosa del tejido. Los pacientes con dificultades crónicas para tragar, traumatismo de garganta, reflujo ácido o sospecha de cáncer de esófago pueden ser candidatos para una esofagoscopia. El procedimiento generalmente se puede realizar en pocos minutos en el consultorio del médico o en una clínica ambulatoria.

Los médicos a menudo organizan esofagoscopias después de exámenes físicos y otras pruebas no invasivas que sugieren la posible presencia de problemas físicos en la garganta. Antes del procedimiento, el paciente generalmente evitaba comer y beber durante varias horas para asegurarse de que el estómago esté vacío. Se pueden administrar medicamentos orales para secar la boca y la garganta.

El esofagoscopio se puede insertar a través de la boca o a través de una fosa nasal. La vía oral suele requerir la administración de un anestésico local y un sedante para aliviar el dolor y reducir el riesgo de asfixia o vómitos. Cuando la esofagoscopia se realiza a través de la nariz, una pequeña dosis de anestesia local suele ser suficiente para prevenir estas complicaciones.

Una vez que el esofagoscopio está en su lugar, los compañeros del médico en el otro lado para ver los tejidos de la garganta. El médico puede estar buscando signos de infección, daño causado por la erosión ácida o desgarros causados por alimentos atrapados en el esófago. También se pueden descubrir tumores benignos o malignos durante la esofagoscopia. Si se detecta un tumor sospechoso, se pueden extraer tejidos utilizando el esofagoscopio para su posterior examen en el laboratorio de un hospital.

Después del procedimiento, se retira el esofagoscopio y se monitorea al paciente mientras se recupera de la anestesia. Existen ligeros riesgos de complicaciones relacionadas con la esofagoscopia, incluyendo sangrado, desgarros accidentales e infecciones. Por lo general, los pacientes pueden regresar a su casa el mismo día de la prueba, siempre y cuando no haya complicaciones.

Los resultados suelen estar disponibles unos días después del procedimiento. Después de explicar los problemas que se han detectado, el médico puede sugerir diferentes opciones de tratamiento. Dependiendo de la condición específica, el paciente puede necesitar tomar medicamentos, mantener una dieta especializada o pasar por el quirófano. Es posible que se requieran uno o más exámenes esofagoscópicos adicionales después de que la persona haya completado un plan de tratamiento para asegurarse de que se realice correctamente.